¿Cómo Podemos Vencer a los Dioses de Europa?

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El tema de este artículo puede parecer un poco raro. Sobre todo porque, en general, la Europa de hoy se percibe como un “continente sin dios”. Como ejemplo, datos del estudio European Social Survey 2014-2016, mostraban que, en doce países europeos, una mayoría de entre 16 y 29 años confesaba no tener ninguna religión, lo que significa que no se identificaban como religiosos, nunca oraban a Dios, y casi nunca asistían a una ceremonia religiosa. 1

Evidentemente, esta no es la realidad completa. Mientras que hay países como la República Checa, Estonia o mi propio país, Suecia que se caracterizan por ser algunos de los países más secularizados del mundo, países como Polonia, Lituania e Irlanda todavía permanecen fuertes en cuanto a fe cristiana se refiere.

Sin embargo, una de las verdades fundacionales del Antiguo y del Nuevo Testamento, es que la verdadera cuestión no es si adoramos, sino qué adoramos. No importa cuan secularizado estés, al final vas a dirigir tu adoración y tu confianza en una dirección u otra.

También, como todos los lectores de las Escrituras deben saber: la lucha entre dioses en competencia no acaba cuando nosotros confesamos a Jesucristo como nuestro Salvador. Siempre habrá dioses y poderes y tendencias e ideologías que dirijan nuestra adoración.

La Biblia habla de estas cosas como ídolos, donde los ídolos adquieren forma de entes físicos. Pablo habla de “una imagen en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles”. (Romanos 1:23) En Europa, sin embargo, los dioses corrientes son de otro tipo. No visitamos templos con estatuas de oro para entregar nuestras ofrendas o quemar incienso. Más bien, nuestros dioses tienden a ser de un tipo más sutil y a menudo ideológico.

El candidato más evidente debería ser probablemente la adoración de uno mismo, que nos retrotrae hasta el jardín del Edén, pero es más prominente que nunca en la Europa postmoderna. Con frecuencia tendemos a ponernos a nosotros y a nuestros sentimientos, en el centro de nuestra cosmovisión. Todo el mundo tiene su verdad, y el cliente siempre tiene razón. Y al final está el quid de la cuestión: ¿Me rindo a Dios o quiero ser yo dios? Probablemente es imposible seguir a Jesús hoy sin desafiar seriamente al ídolo de estar centrados en nosotros mismos.

Y también tenemos la eternal cuestión del dinero, la riqueza y el consumismo. En su parábola del Sembrador, Jesús habla de cómo “las preocupaciones del mundo, y el engaño de las riquezas, y los deseos de otras cosas entran y ahogan la palabra, y se vuelve estéril”. (Marcos 4:19). No lo es menos en las partes ricas de nuestro continente; ésta es una verdad espiritual devastadora. Y está incluso más enfatizada de forma conmovedora en el Sermón de la Montaña (Bienaventuranzas): “Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará a otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”. (Mateo 6:24)

Para completar el clásico trio, tenemos que decir algo sobre el sexo. Tan a menudo como el Nuevo Testamento nos avisa sobre la avaricia, lo hace sobre el adulterio y la fornicación. Y para todo el que tiene ojos y ve, es evidente que nuestra cultura está obsesionada con el sexo. La sexualidad libre se ha convertido en un valor central de auto-expresión de nuestro tiempo y la presión de ser sexualmente activo es fuerte ya en la adolescencia, a menudo disparada por una pornografía demasiado accesible.

Nuestro punto de atención debería ser darnos cuenta de que la llamada bíblica a la santidad es también una denuncia de los ídolos. Como dicen los apóstoles en otro famoso pasaje: “Revestíos con toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las insidias del diablo. Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales.” (Efesios 6:11-12).

Si queremos sobrevivir- y desarrollarnos- en la Europa de hoy, debemos desafiar activamente a los dioses de nuestro tiempo. Porque, como Jesús mismo dijo: “No podéis servir a Dios y …” Si servimos activamente a los dioses de Europa, al final puede que nos encontremos no sirviendo al Dios del universo.

Es interesante que esta sea también la conclusión básica del informe del año pasado del Barna Institue in America. En su libro Faith For Exiles, subtitulado, “5 Ways for a New Generation to Follow Jesus in Digital Babylon” (Cinco maneras de seguir a Jesús en la Babilonia digital para la nueva generación), David Kinnaman y Mark Matlock presentan interesantes descubrimientos de la investigación del Instituto.

En los estudios anteriores de Kinnaman, UnChristian (No Cristiano) y You Lost Me (Me perdiste), el foco era la juventud y los jóvenes adultos que habían dejado la comunidad Cristiana. Pero en Faith for Exiles (Fe para exiliados) el foco varía y mira a la vida y a las actitudes de los aquellos que permanecen. Se distinguen cinco características específicas. Pero antes de que las miremos, merece la pena ver la descripción que Kinnaman y Matlock dan de la cultura occidental actual. 2

 “Los cristianos cuyo entendimiento del mundo está enmarcado en la Biblia, pueden pensar sobre nuestra experiencia como en vivir desplazándoneos de Jerusalén a la Babilonia digital. Estas son dos de las formas en que la sociedad humana es descrita en la Biblia y permanecen hoy en día como útiles arquetipos de civilización…A través de las pantallas omnipresentes, el orgullo, poder, prestigio y placer de Babilonia, coloniza nuestro corazón y nuestra mente. La cultura Pop es un filtro de la realidad. Los sitios web, apps, películas, televisión, video juegos, música y medios de comunicación social, canales de YouTube y demás, proporcionan cada vez más un canon con el que contrastamos lo que es verdadero y lo que es real… Las pantallas demandan nuestra atención. Las pantallas discipulan”. 3

Y más adelante: “Creemos que muchos padres, educadores, pastores y otros líderes están tratando de preparar a los cristianos jóvenes para Jerusalén, mantenerlos seguros y bien protegidos para un mundo en el que ellos ya no viven. Cultivar la fe para los exiliados significa, por el contrario, que nosotros -jóvenes y adultos por igual- confiamos en que Jesús es Señor incluso en una caótica, pixelada, digital y sin reglas Babilonia. Una identidad cristiana y una comunidad eclesiástica en la que apenas participas, no son suficientes para hacer a alguien resistente al virus de Babilonia.

La cuestión es simplemente: Si nosotros tenemos que sobrevivir- y prosperar -como discípulos en una Babilonia digital, debemos desafiar activamente a los dioses de nuestra cultura. No hacerlo, significa que seremos seriamente contagiados por el “virus de Babilonia”, y en muchos cados perderemos nuestra fe cristiana.

Así pues, ¿cuáles son los cinco rasgos de estos “exiliados resilientes” que David Kinnaman y Mark Matlock han distinguido en su investigación? De forma resumida, pueden describirse como:

  1. Tienen una relación íntima con Jesucristo. Este rasgo corresponde al énfasis en la identidad y en las cuestiones identitarias: Para ser un exiliado resiliente en Babilonia, debemos encontrar nuestra identidad en Cristo, no reducir nuestra fe a “una marca cool” a la que adherir nuestra identidad.
  2. Ejercitar los músculos del discernimiento cultural. En una era marcada por la complejidad, el estrés y la ansiedad, donde la mayoría de la gente mira a sus smart phones, (por ejemplo, en Google y Youtube) buscando respuesta para las preguntas de la vida, los exiliados resilientes van directamente a la Fuente para encontrar respuestas.
  3. Forjan relaciones significativas, intergeneracionales. En una era donde abunda el individualism, la soledad y la desconfianza, los exiliados resilientes se desarrollan en Iglesias que pueden etiquetarse verdaderamente como intergeneracionales, es decir, comunidades donde a la gente de hecho le gusta entablar relaciones intergeneracionales.
  4. Se les entrena para un discipulado vocacional, No aceptan la división “sagrado-secular”, sino que encuentran su llamada en diferentes canchas de la sociedad. – no como forma de salir de la iglesia, sino de “ser iglesia” donde están.
  5. Refrenan los privilegios y las tendencias egocéntricas participando en misiones contraculturales. No importa en qué área se encuentren, se identifican activamente con el reino de Dios y desafían las normas culturales.

Como cristianos en la cultura de hoy día, debemos tener conciencia de los dioses que compiten en la Babilonia digital. Debemos darnos cuenta de que detrás de las tendencias e ideologías y esquemas mentales con los que nos enfrentamos, hay realidades espirituales- y si no desafiamos a estas, nos veremos absorbidos adorando a otros dioses que no son nuestro Salvador Jesucristo.

Así pues, debemos adoptar practicas espirituales que nos hagan menos vulnerables a la presión de estos dioses. Debemos activamente:

  • Fomentar un esquema mental que desafíe al ídolo del individualismo y el egocentrismo.
  • Buscar formas de abordar el desafío del ídolo del dinero, las riquezas y el consumismo.
  • Crear hábitos que nos ayuden a mantenernos firmes ante la presión del hedonismo, la pornografía y el sexo ilícito.

Sin esta concienciación y las practicas espirituales que la acompañan, será muy difícil vencer a los dioses de Europa, ya sea a nivel personal o institucional.

Notas finales

  1. Véase por ejemplo Harriet Sherwood, “Christianity as default is gone: the rise of a non-Christian Europe” en The Guardian 2018-03-21.
  2. Evidentemente, el Barna Institute está preocupado principalmente por la cultura norteamericana, pero dadas las semejanzas culturales generales y más específicamente, la globalización de la cultura joven de hoy día, me atrevería a decir que la mayoría de sus hallazgos tienen relevancia para la situación europea.
  3. David Kinnaman y  Mark Matlock, “Faith For Exiles: 5 Ways for a New Generation to Follow Jesus in Digital Babylon” (Baker Books 2019), p 20, 24–25.(Fe para exiliados: 5 formas de seguir a Jesús en la Babiloina Digital para una nueva generación).
  4. Ibid., p 28.